EL POMO

Gira el pomo de la puerta, aquel círculo de bronce que parece el corazón de un antiguo titán petrificado. En su frío latido descansa el peso de mil manos, huellas invisibles que susurran vidas olvidadas. Es un ojo ciego y metálico que guarda secretos, que observa sin mirar, que sabe más de lo que el tiempo admite. Cada giro es un conjuro, una melodía oxidada que resuena en las fibras del alma, abriendo no solo la madera, sino también umbrales invisibles al recuerdo, al misterio.

El pomo no es solo un objeto: es un portal que conecta mundos. Es la bisagra entre el adentro y el afuera, el límite entre la seguridad y el abismo. Su tacto es áspero como las palabras no dichas, y su peso, tan leve como una pluma, esconde la gravedad de todas las decisiones que le han pasado. ¿Cuántas veces un dedo tembloroso lo ha tocado con miedo, con esperanza?. ¿Cuántas manos, jóvenes y viejas, han girado su voluntad, buscando algo más allá?.

En el pomo habitan metáforas líquidas, como si la bruma de una noche invernal se hubiera condensado en su metal. Es una lágrima sólida, un testigo mudo de despedidas que rompieron la voz y de regresos con aroma a hoguera. Cada roce suyo es un poema táctil que habla de puertas cerradas con furia y abiertas con amor.

El pomo es una nota al pie en la gran novela de los días. Su circularidad evoca el eterno retorno, la danza incesante de irse y volver, de cerrarse y abrirse. Es un símbolo del ciclo, del instante que siempre se repite. Y mientras gira, como un astro menor orbitando la palma de la mano, promete un nuevo espacio por explorar, una historia por comenzar.

Toca el pomo, y sentirás en su helado abrazo el eco del infinito.


 

El poema convierte un objeto cotidiano en un símbolo de misterio, memoria y trascendencia. El pomo como testigo del tiempo: Representa la acumulación de historias, tocado por innumerables manos que dejan su rastro invisible. Un portal entre mundos: Más que abrir una puerta, el pomo conecta el presente con el pasado, el adentro con el afuera, la seguridad con lo desconocido. Símbolo del destino y las decisiones: Cada giro implica un acto de voluntad, una elección que puede cambiar el rumbo de una vida. Metáfora de lo eterno y lo cíclico: Su forma circular evoca el eterno retorno, el constante abrir y cerrar de capítulos en la existencia. Un objeto cargado de emociones: Ha sido tocado con miedo, amor, ira y esperanza, convirtiéndose en un testigo mudo de sentimientos humanos. El pomo como poesía táctil: Su contacto despierta sensaciones y recuerdos, funcionando como un puente hacia lo intangible. El peso de lo que guarda: Aunque es liviano, encierra la gravedad de despedidas, reencuentros y secretos.

 

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