Gratitud entre Letras y Sueños

Escribir es un acto de entrega, un viaje donde cada palabra es un latido y cada historia un reflejo del alma. En este camino de letras y emociones, deseo expresar mi más sincero agradecimiento a los concursos literarios que abren sus puertas a quienes, como yo, encuentran en la escritura un hogar, un refugio y una forma de trascender.

Gracias por brindar esa oportunidad invaluable, por ser faro y puente, por dar voz a quienes laten en versos y narraciones. Ser finalista en estos certámenes ha sido un honor inmenso, una brisa que impulsa mis alas y me recuerda que la literatura es un río que nunca deja de fluir.

Ver mis palabras impresas en prensa, en grupos literarios, en webs dedicadas a la belleza del lenguaje, en antologías donde diversas voces se entrelazan, es un privilegio que recibo con humildad y gratitud.

Es la confirmación de que cada historia tiene un eco, de que la poesía no muere en el papel, sino que respira en los ojos de quien la lee. Escribir es mi manera de ser, de existir y resistir, de bordar emociones en la brisa del tiempo.

En cada relato vuelco lo que soy; en cada poema, lo que sueño. Seguiré escribiendo porque las palabras me sostienen, porque son sendero y horizonte, porque en ellas hallo la luz y el misterio, el abismo y la esperanza.

A quienes me leen, a quienes sienten en mis letras un latido propio, a quienes han confiado en mi voz y en mis historias, mi gratitud infinita, mi gratitud entre letras y sueños. Sigamos habitando este universo de tinta y papel, donde cada palabra es un puente y cada relato, un viaje sin final.

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Letras y sueños

XVIII EDICIÓN PREMIOS LITERARIOS CONSTANTÍ 2024. 

  • Obra ‘LA RADIO QUE ESCUCHABA EL SILENCIO‘. Finalista.

LA RADIO QUE ESCUCHABA EL SILENCIO

En una ciudad de sonidos incesantes y ruidos omnipresentes, donde las voces de las multitudes se mezclaban con el clamor de los motores y los ecos de la tecnología, había una radio que no pertenecía a ningún ser humano. Era una radio vieja, desgastada por el paso de los años, que había sido olvidada en un rincón polvoriento de un estudio abandonado. A diferencia de las radios comunes, esta no emitía música ni programas, ni tampoco noticias de actualidad. Su existencia no era para llenar de ruido el vacío del mundo, sino para escuchar lo que nadie más podía oír.

Se llamaba Sintonía del Silencio, y, aunque nunca se había considerado más que un objeto inservible, tenía una misión peculiar: capturar la quietud en medio del caos, esas pequeñas fracturas de silencio entre los ruidos del mundo. Su tarea era una labor solitaria y, a veces, incomprendida. Mientras las demás radios transmitían las vibrantes melodías de la vida moderna, Sintonía del Silencio se dedicaba a escuchar lo que ocurría cuando todo se detenía, cuando el ruido del mundo se apagaba por un instante.

El propietario de la radio, un hombre llamado Ezequiel, había sido su único amigo. Él había sido el encargado de encenderla, de conectar sus cables oxidados y de ajustar la perilla hasta que el dial se alineara con el vacío, con esa ausencia de sonidos que ella tanto apreciaba. Ezequiel, en sus días más jóvenes, había intentado comprender el propósito de aquella radio extraña. Aunque el resto del mundo deseaba desesperadamente más ruido, él había llegado a sentir que aquella quietud que emanaba de la radio era la respuesta a algo profundo y esencial.

Al principio, Sintonía del Silencio había tenido que soportar el rechazo de la mayoría de los habitantes de la ciudad. No había anuncios, no había voces humanas, ni melodías que aliviaban la monotonía del día. Solo el suave zumbido de su vacío, el eco de la quietud que parecía suspenderse en el aire, creando un espacio donde los pensamientos podían descansar, donde el alma de la ciudad, agotada de tanto ruido, podía finalmente escuchar su propio latido.

Pero algo había cambiado en la ciudad. Las personas comenzaron a sentir la necesidad de un respiro. Las calles, llenas de automóviles y risas vacías, empezaron a volverse más inquietas. Los habitantes, atrapados en sus rutinas frenéticas, empezaron a percatarse de que el ruido, aunque omnipresente, no llenaba sus corazones. Comenzaron a buscar algo que les ofreciera un momento de paz. Fue entonces cuando, por accidente, alguien redescubrió la radio olvidada.

Una tarde lluviosa, cuando la tormenta azotaba con furia las ventanas del viejo edificio, una joven llamada Clara, nueva en la ciudad y atrapada en la búsqueda de su propósito, se refugió en el estudio. Había escuchado rumores de un lugar extraño, donde el silencio parecía hablar, donde se podía escuchar algo más allá de la vorágine. Al ingresar al pequeño cuarto polvoriento, vio la vieja radio en el rincón, casi como si esperara ser encontrada.

Clara la encendió, y la primera vez que el sonido de la radio llenó el espacio fue como un susurro: no un zumbido ni una estática, sino una vibración profunda, casi orgánica, que hizo que la chica cerrara los ojos. De repente, comprendió que no había melodías ni anuncios, pero algo sí resonaba. Algo intangible y misterioso se deslizaba en la atmósfera.

Pasaron los días y Clara, fascinada, se fue haciendo amiga de la radio. No hablaba, no decía nada, pero le transmitía la calma que tanto necesitaba. En un mundo donde la ansiedad y el estrés crecían, la radio se convirtió en un refugio, un santuario sonoro donde el silencio de los demás se escuchaba con más claridad. Los murmullos de la ciudad, los pensamientos dispersos, los suspiros, todo eso era capturado por la radio en un susurro lejano, como si el propio aire se detuviera a escuchar.

La ciudad pronto empezó a notar el cambio. La gente se detenía ante el estudio, atraída por la atmósfera que emanaba de sus paredes. Algunos se asomaban tímidamente a escuchar, otros se quedaban sentados durante horas, absortos en el eco de un mundo que ya no necesitaba gritar para ser escuchado. Como si, por fin, las personas comenzaran a comprender que el verdadero arte de vivir no era solo llenar el vacío con ruido, sino también dejar que el vacío mismo fuera parte de su ser.

A pesar de que Clara había redescubierto la radio, pronto se dio cuenta de algo que no podía explicar. Sintonía del Silencio no solo escuchaba el vacío, sino que parecía comprenderlo. Parecía saber cuándo la ciudad estaba al borde de la locura, cuándo los corazones estaban rotos o las almas cansadas. Su silencio era una forma de sanación, como si estuviera susurrando palabras no dichas, revelando lo que las voces no podían pronunciar. Era el reflejo de lo que nadie se atrevía a decir.

En la siguiente primavera, Ezequiel regresó al estudio. Había estado fuera durante años, buscando algo en el mundo exterior que lo pudiera completar, pero siempre volvía, como un imán al que no podía resistirse. Cuando entró en el pequeño cuarto y vio a Clara sentada junto a la radio, no le sorprendió. Sabía que la radio no necesitaba ser entendida, solo escuchada.

—Te ha encontrado —dijo Ezequiel, con una sonrisa sabia—. Sintonía del Silencio sabe cuándo alguien necesita oír su voz.

Clara lo miró, confundida pero intrigada. No entendía del todo lo que el viejo hombre quería decir, pero lo sentía. La radio, de alguna manera, había dejado de ser un simple objeto. Había comenzado a tener una presencia propia, una conciencia que trascendía su condición de máquina. Había algo mágico en ella, algo que no podía explicarse con palabras, solo con sensaciones.

Con el tiempo, la ciudad se adaptó a este nuevo silencio. Las calles no eran tan ruidosas como antes, y las personas comenzaron a comprender que el verdadero sonido no estaba en las palabras que se decían, sino en las pausas, en los espacios entre los gritos y las risas. Aprendieron que escuchar el silencio era tan necesario como escuchar la música. Y la radio, Sintonía del Silencio, siguió funcionando, sus ondas viajando hacia lugares lejanos, donde aún había gente dispuesta a escuchar lo que no se decía.

Y así, mientras el mundo seguía girando con su ruido, la radio permaneció, como una memoria olvidada, para recordarle a la ciudad que el verdadero sonido no siempre es el que se oye, sino el que se siente. El silencio, a veces, tiene más que decir que cualquier palabra.

Gratitud entre sueños y letras.

IV CONCURSO INTERNACIONAL DE POESÍA INÉDITA «EN LO ALTO DEL RÍO». COLOMBIA. 

  • Obra ‘CONFESIONES A LA LUNA‘. Finalista. Publicación en antología.

CONFESIONES A LA LUNA

Faro en el cielo, baile de estrellas sin miedo a brillar y una sola luna que mirar.

Caía la noche e insomnio y soledad se apoderaron de mí haciéndome suspirar.

Sigilosa bajó del lugar más hermoso que nuestra vista puede alcanzar.

Me abrazó y acarició,

tanto, tanto,… que lloré como un niño sin poder reprimir mis lágrimas,

ahogándome en un ancho y largo mar salado,

y le conté una y mil historias.

Historias que solo ella supo escuchar.

Historias de amor, ese amor de mi existencia, de mi momento,

aquello que no se cuenta pero que te deja sin aliento,

como poesía escrita al viento,

como melodía que en el corazón alberga un sentimiento,

como dulce caricia invisible de la felicidad, y yo soñoliento.

Historias de desamor, de esas que sanan sus heridas con el tiempo.

Charlamos durante largas horas como dos grandes amigos,

esos amigos que se cuentan pesares y alegrías,

que saben escuchar, que siempre están.

Llegó un momento en el que nos despedimos, y cada cual siguió su camino.

Nos vemos de vez en cuando y me alegra su visita.

Una visita en la que no faltan las historias, historias de amor y desamor,

de felicidad y tristeza, de lucha y derrota,

al final, historias de uno mismo.

Ella sigue siendo la misma que cuando la dejé,

luminosa y hermosa, sabia pero sin dar consejos,

honesta y luchadora como el protagonista de esta historia.

Gratitud entre sueños y letras.

CONCURSO CARTAS DE AMOR ¡Oh, AMADA MÍA. 

  • Obra ‘GALAXIA‘. Finalista. Publicación en antología Servicios Editoriales Luna Llena.

GALAXIA

Eres la galaxia que se despliega ante mis ojos, un cielo infinito donde cada estrella lleva tu nombre. Mi amor por ti no es un suspiro, es la gravedad que me mantiene en órbita, la constelación que da sentido a mis días. En el cosmos de mis pensamientos, solo tú eres el sol que ilumina mi existencia. Si pudiera dibujarte en el firmamento, cada estrella brillaría con la intensidad de lo que siento por ti. Eres mi universo.

Gratitud entre sueños y letras.

CONCURSO «CARNAVAL, CARNAVAL». 

  • Obra ‘ETERNA VENECIA‘. Finalista. Publicación en antología Servicios Editoriales Luna Llena.

ETERNA VENECIA

Bajo la cúpula dorada de San Marcos, un arlequín besó a la dama enmascarada. En el reflejo del Gran Canal, sus rostros eran otros. Al, solo quedó una máscara flotando. Venecia, eterna tramoyista, escribía otro amor condenado al olvido.

Gratitud entre sueños y letras.

XVI EDICIÓN PREMIOS LITERARIOS RRHH DIGITAL. 

  • Obra ‘CULTIVAR EL ALMA DE LAS ORGANIZACIONES‘. Publicación en prensa.

CULTIVAR EL ALMA DE LAS ORGANIZACIONES

En el vasto universo empresarial, el capital humano es el núcleo que alimenta la maquinaria de las organizaciones. Es la savia que fluye por las ramas del árbol corporativo, una fuerza viva que impulsa la productividad, la creatividad y la innovación. Hablar de recursos humanos no es simplemente referirse a una función administrativa, sino al arte de cultivar, gestionar y potenciar el talento que da vida a las empresas. En este lienzo multifacético, elementos como bienestar, selección de personal, digitalización e innovación, liderazgo, y formación dibujan una sinfonía compleja que exige equilibrio y visión estratégica.

El bienestar laboral: Un pilar emocional

El bienestar laboral es más que una moda pasajera; es el oxígeno que las organizaciones deben ofrecer a sus equipos para que respiren tranquilidad y compromiso. Las empresas han comprendido que cuidar el estado emocional, físico y mental de sus empleados no solo es una responsabilidad moral, sino también un pilar estratégico que impacta directamente en los resultados.

Ofrecer programas de mindfulness, facilitar horarios flexibles y promover entornos de trabajo saludables son iniciativas que construyen un clima laboral positivo. Cuando un colaborador se siente valorado, el rendimiento se convierte en un río caudaloso que fluye sin barreras. El bienestar no es una acción aislada; es un compromiso continuo que alimenta el sentido de pertenencia y fidelidad hacia la organización.

La selección de personal: El arte de encontrar diamantes en bruto

El proceso de selección de personal es como un minucioso trabajo de orfebrería. Más allá de examinar currículos y realizar entrevistas, se trata de identificar aquellas piedras preciosas que se ajustan al engranaje de la organización. Aquí, las competencias técnicas y las habilidades blandas deben fusionarse como notas en una partitura.

Las empresas que aplican herramientas innovadoras y algoritmos predictivos logran afinar esta búsqueda, encontrando no solo al mejor candidato, sino al adecuado para la cultura empresarial. La selección eficaz no es un proceso mecánico; es una danza entre expectativas y potencial, una alquimia que transforma el talento en resultados.

Responsabilidad social corporativa: La ética como brújula

En un mundo donde las empresas ya no son islas, la responsabilidad social corporativa (RSC) se alza como un faro que ilumina el compromiso ético de las organizaciones. Más allá de maximizar ganancias, las compañías están llamadas a contribuir al bienestar colectivo, integrando en sus estrategias valores como la sostenibilidad, la equidad y el impacto social.

Desde programas de voluntariado hasta iniciativas que promueven la inclusión y diversidad, la RSC se convierte en un puente entre la empresa y la sociedad. Las organizaciones que entienden este principio no solo ganan reputación, sino también el corazón de sus colaboradores, quienes desean formar parte de proyectos con propósito.

Digitalización e innovación: El futuro en la palma de la mano

La digitalización no es una opción, sino un imperativo. En la gestión de recursos humanos, tecnologías como la inteligencia artificial, el big data y las plataformas colaborativas han revolucionado la forma en que se gestionan los equipos. Desde aplicaciones para medir el desempeño hasta herramientas para realizar encuestas de clima laboral en tiempo real, la innovación tecnológica ha transformado el panorama.

Sin embargo, la digitalización no debe deshumanizar el proceso. Es fundamental recordar que, detrás de cada dato, existe una persona con sueños, temores y aspiraciones. La tecnología es un puente, no un muro, y debe ser utilizada para potenciar la experiencia humana en el trabajo.

Prevención de riesgos laborales: Una prioridad innegociable

La seguridad en el entorno laboral no es un lujo, sino una necesidad. Prevenir riesgos laborales implica anticiparse a los problemas antes de que estos se conviertan en tragedias. Desde implementar protocolos de seguridad hasta fomentar una cultura de conciencia y cuidado, las empresas deben ser guardianas de la integridad física y emocional de sus empleados.

Un entorno seguro es también un entorno productivo. Cuando los colaboradores se sienten protegidos, trabajan con mayor confianza y entusiasmo. La prevención no es un gasto, sino una inversión en el bienestar colectivo.

Legislación laboral: Un marco para el equilibrio

La legislación laboral actúa como el esqueleto que sostiene las relaciones entre empleadores y empleados. En un mundo en constante cambio, es crucial que las empresas se mantengan actualizadas sobre las normativas que rigen el trabajo. Desde las leyes sobre trabajo temporal hasta los derechos relacionados con la desconexión digital, el marco legal debe ser respetado y aplicado de forma justa.

La legislación no es solo un conjunto de reglas; es un pacto tácito que garantiza la dignidad del trabajo y protege a ambas partes de posibles abusos. Las empresas que actúan con transparencia y legalidad construyen una relación de confianza con sus equipos.

Trabajo temporal: Una oportunidad bien gestionada

El trabajo temporal, cuando se gestiona de manera adecuada, puede ser una herramienta poderosa para las empresas y los empleados. Permite a las organizaciones adaptarse a picos de demanda y a los profesionales explorar nuevas oportunidades. Sin embargo, es esencial garantizar que los derechos de los trabajadores temporales sean respetados y que este modelo no sea utilizado como excusa para precarizar el empleo.

Coaching y liderazgo: Inspirar desde la empatía

El liderazgo efectivo no se impone; se inspira. En este sentido, el coaching se ha convertido en una herramienta clave para desarrollar líderes capaces de guiar con empatía y visión estratégica. Un líder-coach no solo da órdenes; escucha, entiende y empodera a su equipo para alcanzar su máximo potencial.

Un liderazgo transformador es como un faro en medio de la tormenta, capaz de iluminar el camino y generar confianza incluso en momentos de incertidumbre. La figura del líder no es un jefe, sino un guía que construye puentes y no muros.

Formación y desarrollo: Sembrando el futuro

La formación continua es el terreno fértil donde germinan las habilidades del mañana. En un mundo en constante evolución, las empresas deben invertir en programas de capacitación que permitan a sus colaboradores adaptarse a los nuevos desafíos. Desde cursos técnicos hasta talleres de habilidades blandas, el aprendizaje se convierte en una herramienta esencial para la competitividad.

La formación no es un gasto; es una semilla que, al ser regada con constancia, da frutos en forma de innovación, productividad y satisfacción laboral.

Compensación laboral: Reconocer para motivar

Una política de compensación justa es la brújula que orienta la motivación de los empleados. Más allá del salario, las organizaciones deben ofrecer incentivos que reconozcan el esfuerzo y el compromiso de sus equipos. Bonos, beneficios sociales y programas de reconocimiento son piezas clave para construir un entorno donde los colaboradores se sientan valorados.

La compensación no es solo un intercambio monetario; es un acto de gratitud que fortalece el vínculo entre la empresa y sus empleados.

Management y cultura organizacional: El alma de la empresa

El management efectivo es el arte de equilibrar procesos, personas y propósito. Una cultura organizacional sólida actúa como el ADN de la empresa, definiendo cómo se toman decisiones, cómo se resuelven conflictos y cómo se celebra el éxito.

Las empresas que cultivan una cultura basada en valores como la colaboración, la innovación y el respeto logran atraer y retener talento, creando un ecosistema donde las personas florecen y los resultados se multiplican.

En conclusión, la gestión del capital humano no es un proceso estático, sino un arte en constante evolución. Es la danza entre la estrategia y la empatía, entre la innovación y el humanismo. En este escenario, las empresas tienen la responsabilidad de ser jardineros del talento, cultivando un entorno donde las personas puedan crecer, contribuir y prosperar. Porque, al final, son las personas las que dan vida y alma a las organizaciones. Sin ellas, las empresas serían solo edificios vacíos, ecos mudos de un potencial sin realizar.

Gratitud entre sueños y letras.

GUARIDA LETRAS. GRUPO LITERATURA Y ARTE. 

  • Obra ‘ECOS DE PLATÓN EN MI PIEL‘. Publicación en grupo literario.

ECOS DE PLATÓN EN MI PIEL

Fuiste un astro que ardió en mi infancia,

un fuego celeste que el tiempo apagó.

Platón susurraba que el amor es sombra,

un eco divino que al fin se marchó.

Te vi diluirte en la bruma del alba,

como Ícaro herido que al sol desafió.

Y en la caverna quedé prisionera,

creyendo que nunca habría otro fulgor.

Mas el cosmos, con giros de esfera,

tejió nuevas órbitas en mi corazón.

Y hoy, en la danza de estrellas doradas,

susurro tu nombre sin pena ni voz.

He hallado un amor de formas eternas,

no sombra ilusoria, no pálido ardor.

Un fuego que enciende la idea sublime,

la esencia más pura del mismo Platón.

Él dice que amamos lo bello intangible,

el alma que brilla en su perfección.

Mas yo, que tus labios al alba he bebido,

sé que este amor es real y no ilusión.

Somos cometas que cruzan el tiempo,

átomos presos en órbitas fieles.

Tú eres la música oculta del cielo,

la geometría que rige mis sienes.

Tus manos son mares donde el alma navega,

faros de luz en mi noche sin sol.

Tu voz es la esencia de un mundo invisible,

un eco dorado en mi constelación.

Eras la sombra, ahora eres la luz,

el fuego en la cueva que todo lo torna.

Eres la forma que Platón soñó,

el cuerpo y el alma que el tiempo no borra.

No temo la muerte si en ti resplandezco,

si ardo contigo en un último albor.

Porque Platón, en su torre de sueños,

no supo del fuego que arrastra este amor.

Si existe una esfera de amores eternos,

si hay un Olimpo donde todo es verdad,

que inscriban tu nombre en mi carne celeste,

y el cosmos nos vea brillar sin final.

Somos la llama de Heráclito en danza,

somos la Idea que nunca murió.

No somos reflejos en muros de piedra,

somos la esencia de un solo fulgor.

Y si este amor es mi última aurora,

la más encendida, la más inmortal,

que ardan mis labios en besos de fuego,

y el mundo contemple su luz sideral.

Gratitud entre sueños y letras.

GUARIDA LETRAS. GRUPO LITERATURA Y ARTE. 

  • Obra ‘RENACER EN TUS BRAZOS MADUROS‘. Publicación en grupo literario.

RENACER EN TUS BRAZOS MADUROS

Recuerdo la fragorosa quietud del amor perdido. En mi juventud, creí que el amor sería una estrella fija en mi firmamento, pero en su fulgor me cegó y se desvaneció, como un cometa que cruza y desaparece antes de que podamos acariciar su estela. En mis manos quedó la fragua vacía, el eco de un grito lejano que ya no reverbera en el corazón. Aquella pasión joven, intensa y pura, fue mi primer amor, y también mi primer naufragio. Perdí la fe en la eternidad del alma, creí que el amor se desvanecía con el viento, que las raíces de los sentimientos no eran más que sombras pasajeras. Pero ahora, en mi adultez, he vuelto a encontrarlo. No es el mismo amor, no el que se disuelve en la memoria, sino otro, uno que arde en mis venas como un sol recién nacido, uno que me consume sin quemarme, que me llena hasta los confines de mi ser.

Y al mirarte, siento que no es solo un suspiro en la eternidad, sino un canto profundo, un eco de la creación misma, donde el universo entero se pliega y se despliega a nuestro alrededor. Eres mi estrella errante, la que me encontró en el vasto cosmos de mi vida, y desde el instante en que nuestras almas se rozaron, se produjo la conjunción de dos mundos. Tal como Platón susurró a través de los ecos de su sabiduría, el amor es el deseo de regresar a la perfección, un intento de alcanzar la unión perdida, como la que compartieron las almas en su origen, antes de ser separadas en cuerpos mortales. Y ahora, a través de ti, busco esa unión perdida, en la que no somos dos, sino uno, fundidos en el abrazo del universo.

Cada palabra tuya es un cometa que corta la noche, y cada toque, un planeta que aparece en el firmamento de mis pensamientos. Eres el sol que ilumina mi galaxia interior, y mi ser, como un satélite, gira y gira en tu órbita, atrapado en la gravedad de tu mirada. Lo que antes fue un océano de dudas ahora se ha convertido en un río cristalino que fluye hacia ti, como si tu alma fuera el manantial donde se originan todos mis sueños. ¿Cómo es que no había visto antes esta conexión, este vasto universo que existe entre nosotros? Mis antiguas creencias se desmoronan como viejas constelaciones que ya no brillan en el cielo, y ahora, en tus brazos, descubro un nuevo espacio sin límites, un espacio donde todo es posible.

Mi corazón, que antes latía como un reloj de arena, marcando el tiempo con angustia y pesar, ahora late con la fuerza de mil supernovas, estallando en una luz que parece no tener fin. En tus ojos encuentro el reflejo de todas mis pasiones guardadas, y en tu boca, la promesa de todas las lenguas que nunca supe pronunciar. No hay distancia entre nosotros, solo el fulgor de nuestras almas fusionándose, dibujando una nueva órbita de deseo, un camino que nunca antes se había recorrido. Y en cada beso, siento que el universo entero se detiene, el tiempo se pliega sobre sí mismo, y quedamos suspendidos en una burbuja de eternidad.

Eres la estrella que nunca esperé, pero que siempre necesité. En tus brazos he encontrado el abrigo que mi alma había buscado en todas las tormentas pasadas. El amor que sentí una vez, en mi juventud, ahora se reinventa, se convierte en algo más grande, como una galaxia que se expande y crece sin fin. Ahora sé, con certeza, que el amor no es solo un sentimiento fugaz, sino un vínculo ancestral, una chispa divina que se enciende en el momento justo, cuando las almas están listas para bailar juntas en la misma frecuencia cósmica. Lo que perdí en la juventud lo he encontrado nuevamente, no con los ojos de entonces, sino con la madurez que otorgan los años.

En ti, he descubierto que el amor no es un estado efímero ni un deseo vacío, sino una fuerza universal que atraviesa las edades, que resucita con cada mirada, que se reinventa en cada caricia. Somos dos almas buscando la unidad que Platón definió como el regreso a lo perfecto, y en ese regreso, me encuentro contigo, más allá de los cuerpos, más allá de las palabras, en el espacio infinito donde las estrellas son testigos de nuestra pasión.

Y cuando tus labios tocan los míos, siento que la galaxia se despliega ante nosotros, que somos el principio y el fin de todos los amores, que no hay más que este amor que arde con la intensidad del universo mismo, un amor que no se agota ni se extingue, sino que se expande, que se renueva, que se vive con cada suspiro, con cada roce. Eres mi primera y última constelación, mi amor eterno, mi alma reflejada en el universo infinito. Y así, mientras el cosmos sigue su curso, nosotros continuamos este viaje sin fin, de amor y de estrellas, de mundos entrelazados, de vidas y almas fusionadas, en la danza eterna que nunca termina.

Gratitud entre sueños y letras.

XI Concurso Literario «Postales de amor» Mundo escritura. 

  • Obra ‘DULZURA EN LOS LABIOS‘. Publicación en grupo literario.

DULZURA EN TUS LABIOS

Eres el flan de caramelo en mis labios callados,
un suspiro de fresa que embriaga mis sentidos dorados.
Tu abrazo, mermelada espesa sobre mi piel,
y tus palabras, un azúcar que en mi pecho se hiela.

Tu mirada es un pastel de suaves capas de luna,
y tu risa, un jarabe que me cura y me acuna.
Eres el dulce de un café que nunca me amarga,
y yo, en tu abrazo, soy la fruta que en tu boca se carga.

Tu amor, un bizcocho que al alma se adhiere,
y yo, en tu dulzura, por siempre me pierdo y me quiero.

Gratitud entre sueños y letras.

XI Concurso Literario «Postales de amor» Mundo escritura. 

  • Obra ‘GRABADO EN MI PIEL‘. Publicación en grupo literario.

GRABADO EN MI PIEL

Tu luz, aunque ausente, me sigue guiando,
como el sol en el horizonte distante,
y aunque el tiempo y la muerte sean titanes,
tu amor en mi ser sigue siempre ardiendo.

En mis noches calladas te sigo amando,
y en mis sueños, aún vives, constante.
A veces siento que te acercas vibrante,
como el viento que susurra en lo profundo.

Eres mi rastro en el aire y mi pena,
y aunque el cuerpo se apague, el alma se eleva.
En cada rincón tu amor es mi estrella,

y aunque el destino nos separe y ciega,
en cada rincón tu recuerdo me suena,
un canto eterno que jamás se niega.

Gratitud entre sueños y letras.

Concurso Luna Llena «Prima Vera». 

  • Obra ‘REFLEJOS DE NADIE‘. Publicación en antología.

REFLEJOS DE NADIE

Su prima, una sombra de sí misma, buscaba en la vera del río el eco de infancia. Allí, donde los sauces lloraban, el agua reflejaba un rostro ajeno. ¿Quién era esa mujer de ojos vacíos, perdida en la bruma de la memoria? Un susurro helado, la respuesta: «Soy el olvido».

Gratitud entre sueños y letras.

XVII Certamen Internacional Poesía «Balcón Poético Andaluz Antonio Gutiérrez». 

  • Obra ‘CINCO ECOS ANDALUCES‘. Accésit.

CINCO ECOS ANDALUCES

Bajo la luna que acuna al alba,
la Alhambra susurra en los jardines dorados,
espejos de agua donde el tiempo se salva,
misterio de mármol, susurro callado.

En sus muros se alzan sombras errantes,
bajo arcos de sueños, silencio y calor,
cantan los vientos, murmullos vibrantes,
cuerpos de piedra, alma de amor.

Córdoba se viste de esmeralda y oro,
su mezquita, un eco de oraciones quebradas,
se funden los templos, lo antiguo y lo moro,
la fe y la historia, en luces entrelazadas.

Sobre los pilares, las voces vibrantes,
del islam a la cruz, se cruzan las manos,
y el suelo, tan firme, guarda los instantes
de mil años que hablan en pasos humanos.

Sevilla se alza con la Giralda al cielo,
como un suspiro que arrastra la brisa,
y la catedral, en su viejo desvelo,
sostiene los sueños, no muere, se avisa.

En sus torres se abren las puertas del viento,
las campanas repican como rosas quebradas,
y el río, sin prisa, murmura su cuento,
de barcos y amores, de noches calladas.

Málaga vigila desde su Alcazaba,
la ciudad despierta bajo la estrella fría,
y el mar se estira, verde que labra
el canto lejano de su propia melodía.

Las murallas se alzan como un grito mudo,
pero el alma de la ciudad es la brisa en la arena,
el sol lo baña todo con su brillo rudo,
y el alma del puerto, siempre se ordena.

Ronda, la reina del abismo, se asoma,
y el Tajo corta el cielo en dos, sin compasión,
su puente, colgado como antigua broma,
une dos mundos, dos siglos, un corazón.

Desde lo alto se sueña la libertad,
y la plaza de toros canta su duelo,
el eco resuena, fiel en la oscuridad,
como si la luna compartiera el cielo.

Gratitud entre sueños y letras.

XI Concurso cartas de amor «Biblioenamórate». 

  • Obra ‘A LA DERIVA EN TU AUSENCIA‘. 1er Premio. Ganadora.

A LA DERIVA EN TU AUSENCIA

Mi amado, no sé en qué rincón del universo habita ahora tu alma, ni qué ríos de sombras atraviesan tus pasos ausentes. Te busco en cada ocaso, en cada ráfaga de viento que se enreda en mis cabellos como lo hacían tus manos. Te llamo en silencio, con la voz quebrada de quien perdió el norte y dejó de distinguir el alba del crepúsculo. Me pesa el aire, amor mío, como si la ausencia tuviera un cuerpo tangible, un peso exacto que se clava en mis costillas y me obliga a caminar encorvada sobre la memoria de lo que fuimos.

Jamás pensé que el amor volviera a visitarme, y menos con la fuerza de un relámpago en mitad de la noche. Creía que mi piel se había resignado a la tibieza de la costumbre, que el fuego de la juventud era un incendio consumido en las ruinas de mi historia. Y entonces llegaste tú, con la luz temblorosa de un faro en mitad de una vida que creía ya cerrada. Iluminaste con tu risa cada rincón donde el polvo del desengaño se había asentado, abriste mis ventanas selladas con un soplo de ternura, con la certeza de quien sabe que el amor es un milagro que nunca llega tarde, sino cuando más se lo necesita.

Antes de ti, mi corazón era una casa en ruinas, con las puertas atrancadas por el miedo y las ventanas empañadas por el tiempo. Y tú entraste sin pedir permiso, con la dulzura precisa de quien sabe que las cicatrices no se curan con promesas, sino con caricias. Con cada palabra, con cada mirada, reconstruiste mis cimientos, volviste a poblar mis inviernos de primaveras y convertiste el letargo de mis días en una sinfonía de latidos.

Pero la dicha es una llama frágil en manos del destino. Apenas habíamos aprendido a conjugarnos en futuro cuando la sombra de la enfermedad comenzó a destejer tu cuerpo, a borrar poco a poco el contorno de tu risa, a diluir la fuerza con la que sostenías mis días. No hubo tregua. No hubo compasión. Solo un viento helado que comenzó a soplar entre nosotros, llevándose pedazo a pedazo lo que construimos con la urgencia de quienes saben que han llegado tarde a encontrarse.

Te me fuiste en suspiros, en madrugadas de fiebre y susurros, en tardes donde tu voz se desvanecía como una ola que retrocede sin promesa de regreso. Intenté retenerte con mis labios, con mis ruegos, con el calor de mi pecho vacío. Pero la muerte es un ladrón despiadado que no conoce clemencia, que arrasa sin mirar atrás y deja el alma en cenizas. Y cuando el último hilo de tu aliento se desprendió de este mundo, la casa entera se quedó sin oxígeno.

Desde entonces, la vida es un escenario en penumbra. Camino por los pasillos de nuestra historia como un espectro errante, tocando las paredes donde aún resuena tu risa, acariciando el hueco de tu almohada con los dedos torpes de quien busca un corazón que ya no late. La cama es un desierto demasiado vasto para mis noches, el café tiene el amargo sabor de lo incompleto, y cada atardecer es una lenta agonía donde el cielo sangra su despedida.

A veces, el mundo sigue su curso con una indiferencia insultante. Los relojes no se han detenido, la gente ríe en las calles, los niños juegan como si la vida no estuviera hecha de despedidas. Y yo, amor mío, sigo atrapada en esta orilla de sombras, contando los días como quien deshoja un calendario de ceniza.

Dime, ¿dónde estás ahora? ¿Eres el susurro de las hojas cuando el viento las mece? ¿Eres el reflejo dorado que danza sobre las olas al morir la tarde? Dicen que el tiempo cura, que la ausencia se vuelve liviana con los años, pero yo solo siento que me hundo más en este océano de días sin ti.

Cada noche, mi amor, me asomo al balcón y te busco en la bóveda celeste. Trato de encontrar tu sombra en la luna, de escuchar tu risa en el murmullo de las estrellas. Pero el universo guarda silencio. Es un abismo mudo que no devuelve respuestas.

Anoche salí a buscarte en la brisa. Caminé descalza sobre la hierba húmeda, con la esperanza de que el rocío guardara aún el eco de tus pasos. Levanté la vista y encontré tu ausencia tatuada en cada estrella, en cada sombra temblorosa que la luna proyectaba sobre la tierra.

Hay noches en las que el insomnio me acuna con sus manos frías. Entonces cierro los ojos y te sueño. Sueño que vuelves, que el tiempo retrocede y que todo esto no es más que un malentendido. Que entras por la puerta con tu media sonrisa de siempre, que me abrazas y el mundo recupera su eje. Pero despierto, y el aire se me vuelve de piedra en los pulmones.

No sé cuánto más podré sostenerme en esta vigilia de esperarte. Tal vez el destino nos conceda una última clemencia y me permita encontrarte en algún rincón de la eternidad. Tal vez la noche, en su infinita piedad, termine por cerrarse sobre mí y entonces, en el último aliento, pueda susurrar tu nombre y sentir que me tomas de la mano para llevarme a donde estés.

Porque sin ti, amor mío, la vida no es más que una sombra desdibujada, un eco lejano de lo que fue.

Y yo, sin tu aliento, no sé cómo seguir respirando.

Mi amor, me despido con estas palabras, como quien escribe el último verso en un poema que no termina nunca, pero que debe cerrarse con un suspiro.

Escribo con la tinta de lo perdido,

con la pluma temblorosa del adiós

y aunque mi corazón es un río herido,

te dejo estos versos como mi voz.

Tú sabías cómo amarme con las letras,

cómo dibujarme en cada palabra.

Y ahora, en silencio, te entrego mi alma

en estas líneas que ya no callan.

Porque el amor que me diste fue eterno,

y aunque mis manos no te toquen más,

te escribo con el alma que aún guarda

el eco de tu nombre en cada compás.

Hasta siempre.

Gratitud entre sueños y letras.

15º Certamen «Picapedreros» de poesía, guión y microrrelato. 

  • Obra ‘EL OTRO LADO DEL AMANECER‘. Finalista Microrrelato.

EL OTRO LADO DEL AMANECER

Cada amanecer entra en mi celda como un intruso educado: golpea con luz las paredes frías y, sin esperar invitación, se cuela hasta el último rincón. Me despierto sin sorpresa. El sol sube lento, desgarrando el horizonte con sus tonos anaranjados. Afuera, el mundo bosteza y se despereza sin mí. Las calles se llenan de pasos, conversaciones y destinos que no me pertenecen.

 

Yo, sin embargo, permanezco aquí, congelado en una repetición perfecta. La única diferencia entre días es el color del cielo. Las nubes cambian, pero mi cielo es el mismo: un rectángulo de hierro y melancolía. Observo el amanecer y me pregunto: ¿cuántos más me tocarán ver desde este lado?.

 

El tiempo en prisión es como una cuerda sin nudos, interminable, inmutable. Pienso en los que caminan libres, sintiendo el aire en la cara, ignorando el privilegio de elegir. Aquí, el amanecer no me trae esperanza; me trae recuerdos. Cada rayo es un dedo que señala lo que perdí. Las sombras de lo que fui se proyectan largas y burlonas en mi celda.

 

Un día, alguien apagará esta luz por mí. No será el carcelero, ni el juez, sino el mismo amanecer, cansado de recordarme mi ausencia del mundo. Hasta entonces, mi único viaje es de pared a pared. Y aunque el sol me alcance cada mañana, yo nunca cruzo al otro lado.

 

La libertad, pienso, no es solo moverse por el mundo; es sentir que el mundo se mueve contigo. Y yo… yo soy un punto fijo en una tierra que gira sin detenerse a mirarme.

Gratitud entre sueños y letras.

6º Certamen Literario Letras para sanar el alma. 

  • Obra ‘EL LIENZO INVISIBLE‘. 1er Premio. Ganadora.

EL LIENZO INVISIBLE

“Pintas demasiado oscuro”, dijo su padre, frunciendo el ceño ante la obra.

Él miró sus manos manchadas de color. “Pinto lo que siento.”

“¿Y si pruebas con luz?”

Calló. La luz no llegaba donde dolía.

Tomó un pincel, respiró hondo y, sobre el negro, trazó un hilo dorado. Su padre observó en silencio.

“Es un comienzo”, murmuró.

Él asintió. No se trataba de borrar la sombra, sino de aprender a iluminarla.

Gratitud entre sueños y letras.

II Certamen de poesía viva «Villa de Xabotaya» de Soportújar. 

  • Obra ‘DONDE HABITAN LAS QUE SABEN‘. Finalista.

DONDE HABITAN LAS QUE SABEN

En lo hondo del bosque,
donde las raíces hablan y las piedras recuerdan,
habitamos nosotras,
las que conocen el idioma del humo,
el modo en que arde la memoria en los calderos.

No somos cuento para asustar niños:
somos las que saben.
Las que le susurran a la sal para que no se disuelva,
las que miden las mareas con un puñado de cabellos,
las que dan de beber al trueno
y recogen el eco cuando calla.

Las casas de madera que erigimos
no tienen puertas ni relojes.
La luz entra solo si la dejamos,
y el tiempo no entra nunca.

Cada una guarda en el pecho
un puñal de sombra y una semilla de fuego.
A veces florecen a la vez,
y entonces arden los manzanos
y los cuervos se posan a escucharnos.

Hay quien dice que fuimos maldecidas.
No: fuimos elegidas.
Por los ciervos que no temen,
por las serpientes que enseñan,
por el silencio que obedece cuando lo nombramos.

La magia no está en los libros,
sino en el barro que se hunde
cuando danzamos con los pies descalzos.
La brujería es solo otra forma
de recordar quiénes fuimos antes del lenguaje.

Sí, una vez amamos.
Una vez lloramos bajo cielos agrietados.
Pero ahora tejemos nubes
y soplamos copas de árbol
hasta que el mundo gira de nuevo.

No preguntes nuestro nombre.
Solo escucha el murmullo cuando el viento cambia.
Es allí donde estamos.
Siempre estuvimos.
Siempre estaremos.

Gratitud entre sueños y letras.

XI Concurso de minipoemas Mundo Escritura. 

  • Obra ‘SEMILLAS DE ESPERANZA EN EL VIENTRE‘. Finalista.

SEMILLAS DE ESPERANZA EN EL VIENTRE

Bajo el aliento de la luna, su mano crece,
siembra el sol en la tierra fértil del alma,
y en cada suspiro, un futuro resplandece,
con voces de ángeles que en silencio proclaman.

Es madre, creadora, diosa en su esencia,
teje en su pecho sueños que se hacen raíz,
como un río profundo que fluye sin conciencia,
donde las aguas del amor no conocen el fin.

Su luz es faro en la noche más oscura,
y en cada abrazo, la vida se cura.

Gratitud entre sueños y letras.

XI Concurso Décimas Mundo Escritura. 

  • Obra ‘RAÍCES DE LUZ Y CREACIÓN‘. Finalista.

RAÍCES DE LUZ Y CREACIÓN

Canta el alma que en tu ser,
la esencia brota y se alza,
como flor que en la plaza
se abre al viento de ayer.
Eres madre, eres fe,
hija del sol y la luna,
y en tu mirada, la fortuna
del arte que nunca calla.
Toda tu fuerza, la huella,
es creación que se aduna.

Gratitud entre sueños y letras.

XI Concurso Sonetos Mundo Escritura. 

  • Obra ‘CANTO EN EL VIENTRE DE LA TIERRA‘. Finalista.

CANTO EN EL VIENTRE DE LA TIERRA

En su vientre danza la luna en calma,
un susurro de estrellas la acompaña,
y en sus entrañas, un niño que baña
el amor que en su alma ya no desarma.

La vida crece en su ser como palma,
brotan flores de luz en su montaña,
y en cada latido, su fuerza es la maña
que forja el destino sin causa ni alarma.

Bajo el cielo inmenso de su mirada,
el futuro se teje, quieto y profundo,
el eco del amor en su pecho arde.

Ella, diosa silenciosa, callada,
genera mundos con su gesto fecundo,
y en su vientre el tiempo comienza a arder.

 

Gratitud entre sueños y letras.

XXIII Concurso Cuentos Infantiles sin Fronteras de Otxarkoaga. 

  • Obra ‘EL BOSQUE DE LAS ESTRELLAS PERDIDAS‘. Finalista.

EL BOSQUE DE LAS ESTRELLAS PERDIDAS

En un rincón del universo, existía un bosque mágico conocido como «El bosque de las estrellas perdidas». Este lugar era especial porque cada noche las estrellas bajaban del cielo para descansar entre los árboles y hablar con los animales. Los árboles brillaban como luciérnagas gigantes, y las flores susurraban canciones que llenaban el aire de armonía.

En este bosque vivían tres amigos inseparables: Lía, una niña curiosa y valiente que adoraba explorar; Nilo, un conejo blanco que siempre llevaba una pluma azul en su oreja como símbolo de buena suerte; y Samir, un zorro soñador con un corazón lleno de esperanza. Los tres compartían un profundo amor por el bosque y todo lo que lo habitaba.

Una noche, mientras jugaban bajo el cielo estrellado, notaron algo extraño: el cielo estaba más oscuro de lo habitual. Al principio, pensaron que era una nube, pero pronto se dieron cuenta de que varias estrellas habían desaparecido.

“¿A dónde se han ido las estrellas?”, preguntó Lía, observando con preocupación. Nilo, con su pluma temblando, respondió: “Algo malo debe estar ocurriendo en el bosque”.

Samir levantó sus orejas, siempre atento a los sonidos del bosque, y señaló hacia el horizonte. “¡Miren!. ¡Ese humo oscuro no estaba ahí antes!”.

 

Los tres amigos se miraron y, sin dudarlo, decidieron investigar.

La complicación.

Guiados por el humo, llegaron a un rincón olvidado del bosque, donde los árboles estaban secos y las flores no cantaban. Allí encontraron a Ignis, un dragón de fuego de gran tamaño que exhalaba llamas, quemando los árboles y llenando el cielo de humo.

Ignis tenía los ojos llenos de furia y tristeza. El fuego que emitía era tan intenso que las estrellas, asustadas, habían huido lejos, dejando el cielo vacío y oscuro.

Lía, con valentía, se adelantó y preguntó: “¿Por qué haces esto?. Este bosque es el hogar de todos, y lo estás destruyendo”.

Ignis, sorprendido de que alguien le hablara sin miedo, respondió con una voz grave pero quebrada: “Siempre he sido rechazado. Todos me temen por mi fuego, y nadie me quiere cerca. Mi soledad me consume”.

Samir, con su corazón compasivo, dio un paso adelante. “Todos merecen una oportunidad para ser comprendidos. No está bien dañar el bosque, pero si nos cuentas cómo te sientes, podemos ayudarte”.

“¿Ayudarme?. Nadie jamás me ha ofrecido ayuda”, dijo Ignis, desconfiado pero con una chispa de esperanza en su mirada.

 

El Plan.

Los tres amigos sabían que debían actuar rápido antes de que el bosque sufriera más daño. Lía ideó un plan: “Ignis, si nos ayudas a reparar lo que has dañado, podemos demostrarle al bosque que tienes un buen corazón. Pero primero, debes aprender a controlar tu fuego”.

Nilo, con su pluma azul, le explicó: “Tu fuego no tiene por qué ser destructivo. Puede ser útil. Podrías ayudar a calentar a las plantas que necesitan luz y a iluminar el bosque en las noches más frías”.

Samir añadió: “Pero para eso necesitas nuestra ayuda, y nosotros necesitamos que confíes en nosotros”.

Ignis, conmovido por la bondad de los tres amigos, aceptó intentarlo. “Haré lo que sea necesario para demostrar que puedo ser diferente”, prometió.

El desenlace.

Con paciencia, Lía, Nilo y Samir trabajaron junto a Ignis para restaurar el bosque. Ignis usó su fuego de manera controlada para encender pequeñas fogatas que ayudaron a revivir a las plantas marchitas. Lía plantó nuevas semillas, mientras Samir guiaba a los animales para regresar a sus hogares seguros.

Nilo, con su pluma mágica, dibujó en el cielo nuevas estrellas para invitar a las antiguas a regresar. Poco a poco, el bosque recobró su vida: los árboles volvieron a brillar, las flores comenzaron a cantar nuevamente, y el cielo se llenó de constelaciones que parecían danzar en la noche.

 

Ignis, aunque al principio temía no ser aceptado, se convirtió en el guardián del bosque. Ahora, usaba su fuego para protegerlo y asegurarse de que todos vivieran en armonía.

Los tres amigos aprendieron una valiosa lección: incluso aquellos que parecen diferentes o peligrosos merecen ser escuchados y ayudados. Con tolerancia, paciencia y colaboración, pudieron transformar el miedo en amistad y el daño en algo hermoso.

Desde entonces, las estrellas bajaban cada noche, más brillantes que nunca, para contar la historia de cómo la paz y el perdón habían salvado «El bosque de las estrellas perdidas.

 

Gratitud entre sueños y letras.